¿Cómo formar valores en los hijos?
Las nociones del bien y del mal, de lo positivo y lo negativo, de las libertades y las responsabilidades se forman en los primeros años de vida. Después será difícil transformar esos valores.
Por eso, es importante estimular su desarrollo a través de la formación de hábitos, conductas y actitudes como el orden, la capacidad para tomar decisiones, la aceptación y comprensión de las normas familiares y sociales y el respeto mutuo por la autoridad.
Todos los padres deseamos que los niños sean personas honestas, respetuosas, solidarias y responsables; y no es para menos, la conciencias de los niños está formada por normas morales que aprenden de los mayores.
Para que sigan sus enseñanzas es necesario que los padres sean un modelo positivo y digno de imitar, que les permita a los niños identificarse con sus principios.
Los niños amarán y respetarán a los demás, tanto como lo hacen sus padres. Si continuamente condenamos, criticamos o humillamos los niños crecerán con una actitud semejante. Enséñeles con su ejemplo, a disfrutar de cada momento, a apreciar la calidad de vida, y no a acumular cosas y apoderarse de todo lo que deseen; muéstreles actitudes positivas para que aprendan a ser optimistas, generosos, sinceros y considerados y las ponga en práctica con los demás.
De otro lado, es necesario que los padres estén de acuerdo con los valores que deseen promover en los hijos. Para hacerlo, dedique tiempo a revisar lo que es importante a nivel personal y familiar, comuníquelo abierta y claramente a los niños. Escoja momentos apropiados de la rutina diaria (comida, ver televisión, estudio, etc) para compartir y charlar
Las reglas y normas familiares y sociales, constituyen otro elemento esencial en el desarrollo de los valores. Es preciso que los niños las conozcan, lo mismo que las sanciones por no cumplirlas, de esta manera sabrán qué se espera de ellos y de su comportamiento.
Con los más pequeños, especialmente, haga requerimientos razonables y escasos. Explíqueles en qué consisten, haciendo énfasis en la importancia de acatar las normas, no tanto por temor al castigo sino por utilidad para hacer posible la convivencia. Para ilustrarlos, cuénteles por ejemplo cómo funcionan las normas de tránsito.
Revise y actualice periódicamente con la participación de los hijos las normas de la casa y responsabilidades con respecto a las tareas del hogar. Converse con sus hijos acerca de otros temas complementarios: debería disminuirse o cambiarse las tareas como consecuencia de los deberes y actividades escolares?, o ajustarse las horas de regreso a casa para los adolescentes?
Firmeza y Seguridad
La firmeza de los padres en lo acordado y establecido, ayuda a establecer límites que proveen al niño de un sentimiento de seguridad.
Estimule la independencia de sus hijos. No haga por el niño lo que el puede hacer por sí mismo. Facilite el desarrollo de sus habilidades para satisfacer sus propias necesidades y aprenda a tomar decisiones y resolver problemas dentro de los límites de su propia seguridad, más tarde lo necesitará para enfrentarse a diversas situaciones, como responder mejor a la presión de grupo.
Practique con ellos formas de decir No. Ensaye hasta tener seguridad en este aspecto. Enséñele a reconocer y describa situaciones que ocasionen incomodidad, por ejemplo cuando lo inviten a salir a montar bicicleta y usted le ha prohibido.
Ayúdelo a controlar el temperamento, acostumbrándolos a medir las consecuencias de sus actos, a asumir la posición de los demás y entender cómo afecta a otros lo que él hace.
Muchas actitudes de los padres y de la familia en general, contribuyen a la formación de valores en los niños, pero una relación basada en el respeto mutuo, en el manejo firme pero comprensivo y cariñoso de la autoridad, en la aceptación de la singularidad y una actitud razonable permisiva, son un terreno favorable para que los niños formen valores positivos que promuevan su desarrollo personal y social.
Adaptado de Revista Cafamilia. 1995, por María Elena López