Corregir los comportamientos inadecuados de los
hijos es uno de los temas que más preocupa a los padres y sobre el que más
dudas tienen. Generalmente, se preguntan si están cometiendo algún error cuando
castigan a sus hijos; sienten miedo de ser muy severos, o al contrario estar
actuando de manera permisiva.
Uno de los puntos más
sensibles es el que tiene que ver con el
castigo físico, ya que sigue siendo
una manera muy utilizada para educar. Diversas investigaciones demuestran que
no es una herramienta positiva de crianza, ya que influye negativamente en la
personalidad del niño y su modo de reaccionar. Además, lleva a debilitar la
relación padre e hijo, pues ésta termina basándose en el miedo y la obediencia
ciega, y no en el respeto mutuo.
Pegarles
a los niños es un arma de doble filo. Por un lado, aunque puede detener en el
momento las conductas indeseables, su efecto no es permanente; y si bien el pequeño acepta que hizo algo
que no está bien, no lo lleva a sentirse responsable de sus actos, y probablemente
cuando no exista la vigilancia paterna, repetirá esa conducta. En muchos casos
sólo sirve para que los padres descarguen su rabia y enojo.
También
se corre el riesgo
de utilizarlo de nuevo, aumentando “la dosis” cuando su eficacia disminuye. Puede
igualmente fomentar la agresión física en los niños, porque les
enseña que está bien ser agresivos,
lastimar o golpear a alguien para resolver los problemas. Y como casi siempre
va acompañado de gritos e insultos, aumenta la posibilidad de que los chicos
actúen de la misma manera.
En
lugar del castigo físico
La
disciplina consiste en “enseñar” y desarrollar en los niños responsabilidad,
autodisciplina, autocontrol, autonomía, y aceptación consciente de las normas y
los límites. Educar sin castigo físico a los hijos no significa
dejar de formar, perder el control, o dejar de ser autoridad para ellos.
Existen
muchas maneras de educar y ayudarle al niño a comportarse de manera adecuada, básicamente
fundadas en una autoridad firme amorosa, sensible e inteligente. Las sanciones
son sólo una parte de este proceso.- Las consecuencias lógicas.
Consiste en permitir que el niño experimente los efectos de su comportamiento adecuado o inadecuado. Por
ejemplo, si llega tarde a almorzar, tendrá que comer frío; si se viste a
tiempo, puede salir a comprar helado.- No prestar atención.
No hacer caso del mal comportamiento (ignorar su actitud, no hacer ningún
comentario) desestimula ciertas conductas que los pequeños utilizan con el fin,
consciente o inconsciente, de llamar la atención. - Utilizar estímulos positivos. Recompensar los buenos comportamientos aumenta la
posibilidad de que éstos se repitan. La aprobación, el halago, un abrazo, o una
actividad compartida son recompensas efectivas.- Hacer pactos. Establecer
convenios justos para ambas partes hace que el niño se sienta responsable de
sus actos. Los acuerdos deben corresponder a la edad del niño y tener la
supervisión de los adultos, con el fin de que se cumplan. - La privación:
Suspender una actividad que le guste al niño, como ver televisión, salir a
jugar, comer dulces, entre otros. Debe hacerse en tiempos y cantidades
razonables.- El tiempo fuera: Exigir al niño permanecer en un lugar determinado
para recuperar el control de sí mismo, pensar y reflexionar. Mientras más
pequeño sea más corto debe ser el tiempo que dure esta medida.- La
reflexión: Motivar
y orientar al niño o al joven para que piense en las causas y consecuencias de
sus acciones y haga el ejercicio de ponerse en el lugar de los demás y, que a
través de estas actividades intente
modificar sus comportamientos inadecuados.
Si
se hace necesario sancionar- La
sanción debe ser inmediata especialmente para los niños más pequeños.- El
tiempo que dure un castigo debe ser corto. Las sanciones muy prolongadas
generan resentimiento y no estimulan el mejoramiento de la conducta.- Castigar
unas veces sí y otras no el mismo comportamiento, desorienta al niño y hace que
desconfíe de sus padres.- La sanción debe ser proporcional a la
falta, corresponder a la edad del niño y llevarlo a modificar su comportamiento
no sólo en el momento sino también a largo plazo.Tomado del diario La Crónica del Quindío, Mayo 22 de 2011
por MARIA ELENA LOPEZ