A punto de la separación, en general, las personas están tan abrumadas por
el distanciamiento afectivo, el conflicto, los desacuerdos o las dificultades
en la comunicación y no alcanzan a dimensionar las implicaciones que hay que
tener en cuenta, no solo en el presente, sino también en el futuro. Sumados a
la situación misma de la separación, hay otros aspectos que es necesario
evaluar y atender en forma realista.
Un alto
costo emocional
La separación y el divorcio constituyen acontecimientos vitales que generan un
proceso de duelo, es decir, una pérdida que conlleva sufrimiento y que cada uno
se ve abocado a superar de manera individual.
Significado
distinto para cada uno
La separación impacta a los miembros de la pareja de manera diferente. Pocas
veces los dos cónyuges lo viven de forma parecida. Con frecuencia, lo que
ocurre es que uno vive la ruptura como un paso adelante y el otro, como un paso
atrás. Esto provoca una mezcla de sentimientos que interfieren en la relación
de la expareja, afectando las decisiones que deben tomar.
El
impacto sobre los hijos
Las maneras como los niños y jóvenes actúan frente al divorcio dependen de un
número importante de factores, como la historia del niño y la manera y
habilidad que tiene para enfrentarse a la nueva situación. Muchos se sienten
culpables, temen quedarse solos y abandonados, creen que los padres pueden
volver a juntarse. Todos estos sentimientos producen cambios en su
comportamiento que pueden dirigirse con más intensidad hacia uno de los padres.
Además, divorciarse aumenta las responsabilidades que se tienen como
progenitores. Los padres deberán coordinar muchos aspectos para asegurar el
bienestar de los hijos y hacer que se vean lo menos afectados posible. La labor
con los hijos continúa, esto supone mantener el contacto con la expareja,
independientemente de que se quiera o no, venciendo esa dosis de hostilidad que
se produce en un proceso tan complejo como este.
Cambios
que generan incertidumbre
El divorcio conlleva cambios importantes en el entorno de todos los miembros de
la familia. Por lo menos uno de ellos cambia de residencia y en muchos casos de
ciudad, trabajo o colegios, respectivamente. Asumir los cambios implica grandes
esfuerzos y el despliegue de muchas habilidades que contribuyan a mantener el
equilibrio en la nueva situación.
Emociones
fuertes y contradictorias
Estas hacen parte del proceso de separación. Aunque al principio pueda aparecer
cierta sensación de liberación por haber tomado la decisión o por haber
decidido solucionar un problema que ya resultaba insoportable, pronto se
presentan la duda, la sensación de haber fallado, la culpa, el desasosiego y un
profundo sentimiento de pérdida. Puede pasar que la rabia se mezcle con la
nostalgia y la pena inicial, para luego darles paso a la melancolía, la desesperanza
y el desamor. Y a todas estas pueden añadirse otras, como el odio, la
rivalidad, los celos, la envidia y la necesidad o el deseo de controlar al
otro.
Las
decisiones importantes
La custodia de los hijos, los horarios de visita, acordar las normas de disciplina,
los arreglos económicos al dividir los bienes, negociar las obligaciones que
seguirán vigentes, entre otros, son aspectos complejos que traen gran tensión
durante el divorcio, pero con los que es preciso seguir lidiando en el futuro.
Para avanzar en el manejo asertivo de estos se requieren gran flexibilidad,
capacidad para asumir una actitud cooperativa y aprender mecanismos de
negociación que permitan desarrollar una relación que beneficie tanto a los
padres como a los hijos.Publicado en el diario El Tiempo, Enero 14 de 2015 por MARIA ELENA LOPEZ