Estoy depre, eres bipolar
Cada vez
con más frecuencia escuchamos
expresiones que son propias de disciplinas como la psicología, la
medicina y la psiquiatría, para describir comportamientos, estados de ánimo o
hacer evidentes algunas problemáticas.
Aunque
esto no es nada nuevo, pues el lenguaje es precisamente una construcción
cultural en la que nos vamos van apropiando de términos, palabras y
manifestaciones dadas por la realidad en la que nos movemos. Siempre se
ha dicho coloquialmente a alguien que está
“loco” porque muestra una actitud que no es tan razonable o que es una
“histérica” para referirse especialmente a comportamientos femeninos fuera de
lugar. Es cierto que hoy las personas tienen mayor acceso a información
que antes era privativa de algunos entornos, como por ejemplo el ámbito
científico, en este caso el que tiene que ver con la salud mental y física. Ahora podemos conocer
completas descripciones de causas,
síntomas y posibles tratamientos de muchas dolencias y enfermedades a través de
una rápida consulta con el “Doctor Google”
Pero el
tema es que usamos muchos términos con ligereza sin saber que es realmente lo que significan
y “diagnosticamos” a otros y a sí mismos
con categorías que en general distan mucho de lo que realmente le puede suceder
a una persona.
Si
alguien está triste hoy y alegre mañana o si algunas veces es amable y querido
y otras no tanto, con seguridad es
bipolar. “Me estado dando cuenta que Valentina, mi mejor amiga, siempre evita
las harinas, estoy casi segura que es anoréxica”, oigo decir con frecuencia a las adolescentes que veo en mi consulta. O
también que es bulímica porque un día
algo le cayó mal o que un compañero de
clase es autista porque le da pena
hablar en clase. Con frecuencia
nos definimos como claustrofóbicos porque nos sentimos incómodos cuando el
ascensor está repleto o le decimos a
alguien que es paranoico porque no le
gusta que hablen mal de él. Cuantas veces nos hemos dicho que somos obesos porque tenemos un par de kilos más o que irremediablemente
tenemos alzhéimer porque no
logramos acordarnos del número celular
de la abuelita.
Esto
en principio puede ser útil, ser inofensivo e incluso parecer divertido,
especialmente para los niños y jóvenes que cada vez más usan estos términos con
total propiedad. Pero también es cierto
que la manera como hablamos y lo que decimos puede determinar y moldear
nuestras nociones de la realidad. Con los diagnósticos se corre el riesgo de encasillar o rotular a
otros de tal manera que esto puede llegar a afectar la vida de las personas a
quienes nos referimos.
Asi,
que la próxima vez que sienta miedo no es que esté a punto de un ataque de
ansiedad o que si camina rápido es porque es hiperactivo. O si está triste porque
el vestido que tenía listo para la fiesta de mañana no le cierra, es porque
tiene una depresión profunda. De todas maneras como dice el comercial, si
persisten los síntomas consulte a su médico.
Publicado en el diario La Cronica del Quindio, Junio 5 de 2016 por MARIA ELENA LOPEZ