Kit de habilidades anticorrupcion
La corrupción es un fenómeno amplio y complejo,
lleno de matices y susceptible de ser abordado desde muchas orillas. Su prevalencia
está relacionada con factores individuales, sociales, económicos y políticos,
entre muchos. Pero como el campo en el que tengo algún conocimiento es el del
comportamiento humano, se me ocurre que conversemos esta vez sobre algunas habilidades que si se desarrollan y
ojala desde etapas tempranas , actúan como un mecanismo que disminuye la
posibilidad de que una persona, independientemente del entorno en que se
desenvuelva pueda, a pesar de la presión, las tentaciones o la necesidad,
abstenerse de caer en esta perversa práctica cada vez más generalizada en el mundo de hoy.
En este sentido como lo pensamos muchos con
indignación y decepción pero también con la esperanza de encontrar una manera
de lograr avances sostenibles en su contención, el punto de partida y de
llegada tiene que ver en una parte importante, con la formación de valores
sociales de convivencia.
No se trata de ser una dechado de virtudes pero si
de trabajar en la estimulación y desarrollo de algunos principios. Uno de estos tiene que ver
con la capacidad para pensar en los
demás y no sólo en sí mismo. Centrar la
atención en el otro, en sus derechos, sus necesidades y su bienestar. Se trata de tener conciencia
para vencer el individualismo y salirse de la zona de confort en la que solo prima el
beneficio propio.
Otra igualmente importante tiene que ver con entender el sentido de lo público concebido como el respeto, consideración y cuidado de
lo que es de todos. Es la construcción de la conciencia social que lleva a que las personas actúen teniendo en
cuenta el bien común y no solo los intereses y expectativas particulares.
Una tercera está relacionada con la capacidad para discernir entre lo que está
bien y está mal. Entender la línea delgada
entre lo que no es bueno ni justo aunque “todo el mundo lo haga”. Tener el sentido crítico para identificar que
beneficia al mayor número de personas y condenar lo
que va en contra .
Otro que
pareciera solo pragmático pero es mas profundo de lo que se ve, está
relacionado con el valor que le damos al
dinero y lo que este proporciona. “Todo por la plata” es una premisa absolutamente
peligrosa porque con frecuencia no deja ver que es lo que se permite hacer para
conseguirla y cual enriquecimiento es licito y cual no lo es. Este valor nos
sirve para entender que sí importa de dónde vienen los recursos con los que nos
hacemos ricos o los que nos sacan de pobres.
Y el ultimo, advirtiendo que son muchos más, pero el número de palabras
para escribir en esta columna que nos exigió a los colaboradores la redacción
del periódico en un delicioso almuerzo que aprovecho para agradecer
públicamente , no me permite seguir “chicaneando” de filosofa.
Este es el de asumir que todas
nuestras acciones tienen consecuencias. Que como les decimos a los niños
una acción positiva tiene efectos positivos y una inapropiada tendrá resultados
negativos. Es que todo lo que hacemos tiene un impacto en los demás. Los actos
pequeños o grandes de corrupción son altamente lesivos para todos y deben tener
consecuencias. Si no la impunidad se convierte en la regla y ahí si como dicen “que
nos lleve el que nos trajo”.
Publicado en el diario La Crónica del Quindío, Noviembre 5 de 2017 Por MARIA ELENA LOPEZ