Las peleas entre los padres
Un brillante neurólogo francés plantea que uno de
los eventos que mas afecta el buen desarrollo de los niños esta relacionado con
el hecho de que los hijos estén permanentemente expuestos a presenciar o aun peor
a hacer parte de las peleas que los padres libran a través de la agresividad y la violencia.
La intensidad y la
frecuencia son dos criterios para evaluar este impacto. No se trata de la divergencia
normal que generan los innumerables aspectos que implica la convivencia, pues todas
las parejas, hasta las que mejor se llevan tienen confrontaciones de vez en
cuando. Es inevitable que los padres peleen por diferentes razones y también que
muchas veces los hijos los escuchen discutir. Realmente, tiene que ver más con la
manera como se afrontan los conflictos y los desacuerdos que hacen parte de la
vida cotidiana de la familia, los que alteran
su equilibrio emocional .
Cuando las peleas entre
los padres son ocasionales y están dentro de los lÍmites normales, en general
no representan consecuencias negativas. Pero cuando las confrontaciones son
frecuentes, se dan de manera fuerte o se intensifican y se convierten en toda
una escalada, da agresión, apatÍa, humillación o sarcasmo, afectan de manera
importante la vida de los hijos. La
mayorÍa de ellos experimenta preocupación, tristeza, susto, tensión o estrés, especialmente
si son pequeños. Pero independientemente de la edad, estos no quieren sentir
que sus padres son groseros o violentos el uno con el otro, porque además, muchas
veces sienten que en algún momento uno de ellos puede perder el control y
maltratar al otro. Igualmente, llegan a sentirse
obligados a intervenir, a tomar partido
por uno de los padres o sentirse responsables de alguna manera del conflicto
entre estos.
Los hijos educados por padres cuya relación se
caracteriza por la crÍtica, la posición defensiva y el desprecio, pueden tener
mayores dificultades para regular sus emociones, para calmarse a sÍ mismos cuando
se sienten perturbados y aprenden que los problemas se solucionan con discusiones
acaloradas. Por otra parte, cuando son testigos de la agresividad, beligerancia
o desprecio de sus padres entre sÍ, tienen más probabilidades de manifestar esta
misma conducta en sus relaciones con sus amigos y tener una tendencia a interpretar de modo hostil la
conducta de los otros.
Si los enfrentamientos son permanentes es importante
que las parejas revisen a fondo su comportamiento y se comprometan a resolver
sus diferencias de manera más respetuosa y pacÍfica. Hacer un esfuerzo decidido
para resolver y manejar adecuadamente los problemas y los conflictos. Enfrentar
con asertividad, sensibilidad e inteligencia las diferencias y los desacuerdos es
una habilidad que se aprende. En muchos casos pedir ayuda es un buen recurso
que puede ser muy efectivo.
Publicado en el diario La Crónica del QuindÍo, Noviembre 17 de 2019 por MARIA ELENA LOPEZ