Cómo sobrellevar la crisis de la edad media
Entre los 40 y los 55 años se experimentan cambios
y surge una espontánea reflexiona sobre la vida.
Mucho se ha hablado sobre la crisis de la mediana edad, pero no resulta
muy claro saber de qué se trata. Se define como una etapa o periodo de
transición personal entre la juventud y la entrada a la madurez en el que se
experimentan cambios físicos, psicológicos y sociales importantes. Se presenta
con frecuencia en entre los 40 y 55 años de edad.
Aunque esta etapa es para muchos una época de logros y satisfacción,
para algunos hombres no es del todo tranquila. Es un tiempo de reflexión y
revaloración que genera una lucha por encontrar un nuevo significado y
propósito de vida.
Está caracterizada por un cuestionamiento personal, que lleva a realizar
una autoevaluación de lo vivido. Este proceso puede producir inestabilidad
emocional y tensión psicológica similar a la que padece un adolescente, por eso
algunos la llaman la segunda adolescencia.
Tomar conciencia del paso del tiempo, de que el presente es el futuro
que tanto se ha esperado o que la vida no es la que se ha deseado, genera una
crisis personal que se acompaña de sentimientos como rabia, frustración, temor
o confusión. Aunque en muchos casos puede producir ansiedad, estrés y
depresión, no constituye una enfermedad.
La crisis de la mediana edad se presenta de manera diferente en hombres
y mujeres. En ellas ocurre con menor duración e intensidad y los detonadores
suelen ser distintos a los de ellos, que están más vinculados con el trabajo y
la sexualidad.
No todos los hombres la experimentan, ni todos la viven de la misma
manera. Depende de la vivencia particular del envejecimiento mismo, del tipo de
personalidad, del historial de crisis psicológicas anteriores. También puede
estar relacionada con circunstancias como el fallecimiento de los padres o de
un ser querido; la inminente menopausia de la pareja y su consecuente fin de la
capacidad reproductiva; el abandono del hogar por parte de los hijos, o un
revés profesional. Asimismo. con el culto a la juventud y a la competencia
sexual que se exalta en las sociedades occidentales.
¿Se siente así?
Los hombres en esta etapa pueden sentir:
* Sensación de descontento e insatisfacción con la vida actual y
desilusión consigo mismo por las metas no logradas. Se piensa en lo que hubiera
podido ser, en estudiado otra cosa, en haberse casado con otra persona, en
tener un trabajo más productivo, en un hobby o un deporte que no se practicó.
* Incertidumbre y confusión por no saber qué es lo que se quiere hacer
con precisión; una especie de búsqueda de un sueño o meta indefinido, frente a
la certeza de no querer seguir viviendo como hasta ahora.
* Necesidad de pasar más tiempo solos y desconectados del entorno
cotidiano que ya no es de su interés, incluyendo la familia.
* Pérdida del deseo sexual hacia la pareja estable o la fantasía de
experimentar con ella nuevas sensaciones; perciben sus relaciones rutinarias y
poco estimulantes.
* Sentirse cansados con las responsabilidades aceptadas: familia, hijos,
trabajo, obligaciones sociales... Estas se perciben como agobiantes y cada vez
más pesadas.
La necesidad de hacer cambios significativos en aspectos importantes de
la vida diaria, como la carrera, el matrimonio o las relaciones; realizar adquisiciones
importantes o buscar nuevos pasatiempos, puede llevar a tomar decisiones
repentinas y actuar precipitadamente sin dimensionar las consecuencias
Por un lado, está el anhelo de experimentar la sensación de juventud, de
validar la masculinidad o la competencia sexual, lo que lleva a sentir
atracción por otras mujeres, especialmente más jóvenes. Se corre el riesgo de
caer en la infidelidad.
Además, querer vivir experiencias emocionantes, demasiada atención a la
apariencia física, una afanosa necesidad de recuperar el tiempo perdido y el
deseo de ser feliz puede llevar a un consumismo desmedido, al uso inadecuado
del alcohol o drogas, o a abandonar prioridades con las cuales se está
comprometido.
¿Qué hacer?
Tome
conciencia de lo que está sucediendo. Reflexione sobre cómo se ha vivido hasta ahora.
Hacer
acopio de
los recursos internos y externos con los que se cuenta.
Darse
tiempo. Este
es un proceso, no pasa de la noche a la mañana, pero sí puede ir evolucionando
de manera constructiva.
Analizar
la repercusión de
las medidas que se van a llevar a cabo: se debe ser consecuente.
Publicado en El Tiempo, Marzo 26 de 2014 por MARIA ELENA LOPEZ