Preocuparse
es una respuesta natural de protección ante situaciones de amenaza, cambios o
incertidumbre. Un porcentaje de las preocupaciones reporta beneficios en
términos de ser un impulso que
motiva a actuar, emprender acciones, generar transformaciones o en casos
específicos reaccionar rápido ante situaciones que así lo exigen. Pero también es cierto que otra parte
provoca sufrimiento y malestar emocional y mental. Lo cual, aunque no es
agradable, por tiempos razonables y ante
diferentes circunstancias resulta normal.
Pero si
esta preocupación se vuelve parte permanente de la vida, es muy intensa y se experimenta con mucha
frecuencia. Nos paraliza o mantiene en
un ritmo acelerado sin permitirnos estar relajados, conciliar el sueño o
rendir en el trabajo, es urgente hacer algo porque disminuye considerablemente
la calidad de vida afectando la salud en
varias de sus dimensiones.
Lidiar con pensamientos
perturbadores es una tarea difícil. No hay una única estrategia para
librarse de las preocupacionespero si es posible ponerlas en su justa
dimensión.
Disminuir la preocupación o no permitir que se intensifique es el resultado de una
prácticaconsistente y sistemática que llevapoco apoco a aprender amodularlos pensamientos
para darles un carácter mas realista, práctico
y proactivo.
Hoy miles
de personas en el mundo están inquietas por temas que les son comunes,
especialmente relacionados con todo lo que ha implicado estar en medio de una
pandemia. Tenemos el desafío de calmar la mente, apaciguar el corazón y
disminuir tanta preocupación.
Como lo he
expresado en varias ocasiones en esta columna, creo en las pequeñas acciones para hacer
transformaciones importantes que
permitan afrontar la situaciones a las que nos vemos abocados cotidianamente
con mayor tranquilidad y serenidad. Les propongo algunas .
1. Poner la preocupación en otros aspectos no solo en la
situación que inquieta
2.
Disminuir el tiempo dándole
vueltas a una misma idea
3.
Identificar acciones que en el pasado hayan servido para calmarse
4.
Conversar
y compartir lo que se está sintiendo y el
enfoque que tenemos de la situación
5.
Evitar dramatizar, ponerse automáticamente en lo
peor o caer en alarmismo excesivo.
6. Proponerse
no volver sobre el tema que causa
inquietud una y otra vez
7.
Identificar las situaciones
que causan preocupación
8.
Ensayar versiones positivas
de lo que está sucediendo
9.
Aplazar por un tiempo
determinado, por ejemplo 2 horas pensar en lo que le preocupa 10. Practicar relajación, respiración profunda,
visualización o meditación