Una de
las actividades que mayor placer me genera y que más he extrañado en este
tiempo de cuarentenas y confinamientos, es visitar librerías en busca de
títulos nuevos.
Guardados todos los protocolos visité una hace algunos días y me
encontré con muchos libros que figuraban entre los más vendidos y hablaban
acerca de cómo manejar y sobreponerse a los eventos difíciles. Que nos ayuda a
no quedarnos atrapados en el miedo, la parálisis, la angustia y la desesperanza
frente a situaciones límite que nos ponen en “jaque mate”.
Es que la adversidad es una situación compleja y estresante que
implica pérdida y provoca sufrimiento, dolor o malestar poniendo a prueba
nuestra capacidad de adaptación y ajuste. Es esperable cuando menos que busquemos
guías, estrategias y distintas opciones para superarla y recuperar el
equilibrio.
Alguna vez escuché que pensar el mundo en dicotomías, es decir ver
las dos caras de la moneda, resultas útil. Creo que en este caso viene
muy bien ver el otro lado y creer que esta condición puede convertirse en un
aliado emocional que tiene poderosas y permanentes enseñanzas.
Todo aquello que nos hiere y no nos aniquila, finalmente nos
fortalece, decía Nietzche. Bajo esta premisa creo firmemente que en las crisis
avanzamos más que en cualquier momento de la vida. O sucumbimos también.
La idea es no perecer y convertirla en una oportunidad para
fortalecer el músculo de la confianza en nosotros mismos que nos permita poner
a funcionar los recursos de que disponemos y que con frecuencia no usamos
en la vida cotidiana normal. De esta manera es más fácil gestionar
salidas que ayuden a avanzar y superar las circunstancias adversas.
Volver la fortaleza una virtud de la adversidad pasa por
capitalizarla como una posibilidad que vaya más allá de “soportar” con valentía
y coraje el embate de las dificultades, aunque esto también hace parte del
proceso.
Implica varias acciones tales como plantear varios significados a
la situación que estamos viviendo y apreciar los matices, ver y juzgar las
visas en sus aspectos más favorables, es decir con optimismo realista. Asumir
con flexibilidad el desarrollo de nuevas ideas, usar nuestros talentos para
encontrar abordajes nuevos y construir motivos poderosos que llevan a la acción
a pesar de sentir miedo, incertidumbre e inseguridad.
De que disponemos para lidiar mejor con una circunstancia adversa
está relacionado de manera significativa con el lugar desde donde se ve la
crisis. Aunque es importante reconocer nuestras debilidades y asumir las
vulnerabilidades, adelantamos más en el camino de las soluciones si
partimos de nuestras fortalezas.
Puede resultar una tarea útil en este momento, identificar con
cuáles contamos.